
La educación y el mercado, clave para la competitividad
Publicado el 08 de abril, 2019
La transferencia de tecnología a la micro, pequeña y mediana empresa es necesaria y para eso se requiere de un apropiado y permanente apoyo por parte del Estado.
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Néstor Avendaño (PhD en economía)
Con la globalización y la proliferación de tratados de libre comercio suscritos por Nicaragua con otros países y regiones, los productores nicaragüenses están obligados a incrementar la competitividad empresarial. Mantener una baja competitividad continuará impactando al mercado laboral, de por sí muy informal, y, además, a las actividades agropecuarias que, siendo el motor de la economía, se le han restado estímulos fiscales con la actual reforma de la Ley de Concertación Tributaria.
Mantener o mejorar la competitividad empresarial en el mercado internacional sólo es posible manteniendo o mejorando la productividad de sus productores; o manteniendo o mejorando los bajos salarios reales facilitando a las empresas a competir, a pesar de su baja productividad. Esta segunda alternativa representa una especialización en la pobreza, y su viabilidad depende del mantenimiento de esa misma pobreza. Colegas economistas han expresado públicamente que Nicaragua es un imán para atraer inversión extranjera directa, gracias a los bajos salarios. Triste realidad que sólo se puede resolver con decisiones políticas, no exclusivamente de política económica.
Si la agenda gubernamental escogiera la primera alternativa, ofrecería políticas que apoyen la educación técnica: la transferencia de tecnología a las microempresas, pequeñas y medianas empresas, la atracción de empresas extranjeras que se asocien a cadenas de producción locales, la creación de incentivos para que los productores mejoren su productividad, el acceso al financiamientos de corto y largo plazo en una efectiva banca de fomento, continuar mejorando y ampliando la infraestructura económica, y establecer una adecuada administración de la justicia. La cuestión es saber si todo esto se puede hacer para generar condiciones para un crecimiento económico que favorezca a los pobres.
Educación primaria, secundaria y técnica
No hay que ignorar que existe una baja escolaridad del pueblo nicaragüense. De acuerdo con la Encuesta de Medición de Nivel de Vida, 2014, los nicaragüenses tenemos un promedio de escolaridad de 6.1 años, muy rezagado para lograr un mayor nivel de desarrollo humano y reducir la pobreza. La educación puede ser vista como una inversión y dejar de verla como un “gasto social”, especialmente en los niveles de primaria, secundaria y técnica. El sistema nacional de educación considera sólo los eslabones primario, secundario y universitario e ignora la importancia de la educación técnica intermedia y superior, muy importante para elevar la productividad laboral.
Crédito a la pequeña industria y agricultura
El papel clave del crédito en las políticas de desarrollo y las condiciones institucionales necesarias son suficientemente conocidos, ―por lo que no es necesario mencionarlo aquí. Adquiere relevancia un formidable banco de fomento a la producción. El crédito a las pequeñas industrias y a los pequeños agricultores ―que normalmente requiere instrumentos especiales para atender las necesidades de esos agentes económicos y sus limitaciones en términos de garantías―, tiene un importante potencial en términos de alivio de la pobreza.
Transferencia de tecnología para las micro, pequeña y mediana empresa
Normalmente, la gran empresa compra tecnología para sí; y a veces, para sus proveedores, no para compartirla con sus competidores. En un país de ingreso medio bajo, como Nicaragua ―que de nuevo se está configurando en un país muy endeudado en términos de producción, y con un mercado laboral muy precario, la mayoría de las micros y pequeñas empresas no cuentan con los recursos para adquirir una infraestructura tecnológica adecuada que fomente su competitividad.
Las micros, pequeñas y medianas empresas requieren de un apropiado y permanente apoyo por parte del Estado en materia de transferencia de tecnología. El crédito para el fomento del crecimiento económico no es suficiente si no va acompañado simultáneamente de una transferencia de tecnología que tienda a reducir los costos de producción y maximicen el nivel del producto.
Políticas de inversión en tecnología
También se requiere que las políticas macroeconómicas, fiscales y monetarias, faciliten la renovación de la infraestructura tecnológica para empresas que destinan su producción a la exportación y el consumo interno, ya que en Nicaragua se observa una política fiscal con un gran sesgo exportador mediante la concesión de incentivos fiscales.
El objetivo fundamental, en este caso, es promover la inversión, principalmente entre las micros, pequeñas y medianas empresas. ¿Cuál inversión? En Nicaragua, hay que sustituir casi todos los activos tecnológicos de esas empresas y estimular la producción rentable y competitiva. Por supuesto, el estímulo a la exportación es vital, no sólo pensando en la inversión extranjera directa sino también en los agentes económicos nacionales. Pero también es importante no descuidar el mercado interno.
El papel del fisco es impedir el abuso de los incentivos tributarios que puedan otorgarse a esas empresas. Entre esos incentivos, cabe destacar (i) la moratoria fiscal, que consiste en no pagar el impuesto sobre la renta por un período determinado; para garantizar el éxito de esta modalidad, el fisco debe asegurar que sea aplicada a proyectos de largo plazo, obligando la presentación de la declaración del impuesto sobre la renta y la reinversión de las utilidades, e impedir prórrogas de la moratoria; y (ii) la depreciación acelerada, que es menos costosa debido a que los impuestos que no se perciben en los primeros años, se recuperan parcialmente en los años subsiguientes de la vida útil del activo fijo. La entrega del estímulo tributario debe ser transparente.
No hay que aceptar discrecionalidades en el proceso de concesión de incentivos, por lo cual es necesario establecer mecanismos automáticos. La inversión debe recibir el estímulo tributario siempre que satisfaga los objetivos definidos por el Estado ―por ejemplo, diversificar la base exportadora, no simplemente las exportaciones, y mejorar la calidad del consumo interno, o demostrar volúmenes mínimos de inversión en sectores y regiones clave.
Mejorar la calidad de los empresarios
Un aspecto que, por alguna razón, los planes no cuestionan, es que una parte importante del empresariado nicaragüense es de baja calidad, medida en términos ‘schumpeterianos’. La gran mayoría del empresariado busca una acumulación simple, la minimización de los riesgos, la protección del Estado y poner barreras a la entrada de nuevos competidores en su sector.
Nicaragua necesita urgentemente de empresarios de estilo moderno (como los entiende Schumpeter), que arriesguen capital y que reinviertan sus utilidades, en vez de sacarlas a ganar rentas al extranjero. Sin embargo, se trata de una conversión difícil, que conlleva un fuerte cambio de cultura empresarial y que tomaría mucho tiempo si se dejara que ocurriera de forma automática, como una simple reacción a los cambios en el entorno empresarial. Para acelerar esta conversión es importante que el gobierno modifique los incentivos que actualmente estimulan esos comportamientos entre los empresarios nicaragüenses, remplazándolos con otros incentivos y reglas de juego que recompensen a los comportamientos modernos que se consideran deseables, por parte de los empresarios.
Por otra parte, es urgente organizar programas de formación, dirigidos tanto a nuevos empresarios como a los ya existente. En esta formación podrían jugar un papel importante, tanto el Estado como los gremios empresariales; posiblemente, a través de esquemas de asociación público-privada.
La infraestructura económica
Para disminuir los costos unitarios de producción y, por ende, aumentar y fortalecer la competitividad de la empresa nicaragüense, es imprescindible la reconstrucción, el mantenimiento y la ampliación de la infraestructura económica del país, principalmente la red vial en las áreas rurales, los servicios públicos (energía, agua, alcantarillados, telecomunicaciones), y los servicios portuarios.
Las infraestructuras existentes representan un capital que hay que mantener, por dos razones principales: primero, porque el mantenimiento en tiempo oportuno preserva la infraestructura a un coste muy inferior al de reconstruirlos, o al de construir sustitutos; segundo, porque esas infraestructuras son utilizadas por la población local, incluyendo los pobres. Su mantenimiento es, pues, una forma de permitir a la población que siga beneficiándose de los servicios que aporta la infraestructura.
Mejor calidad medioambiental del crecimiento económico
Tanto el atraso como el progreso económico destruyen el medio ambiente. De nada sirve que un país, como Nicaragua, cuente con leyes modernas para la conservación del medio ambiente, si no se aplican con efectividad. El acceso a los mercados de economía avanzada, depende cada vez más de la certificación de la calidad medioambiental de la producción; por lo que todo esfuerzo en esa dirección será de gran utilidad en el marco de las futuras relaciones de comercio internacional del país.
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